lunes, 24 de abril de 2006

¡Defensa! ¡Defensa! ¡Defensa! ¡Defensa!


La mayoría de nosotros hemos jugado baloncesto en distintos escenarios: la escuela, la universidad, la empresa, el parque, los amigos. También lo hemos hecho con diferentes niveles de dominio, como principiantes, como avanzados y como dominantes. Hemos disfrutado de un maravilloso deporte.

Personalmente siempre recuerdo los gritos de mis entrenadores invitándonos a jugar defensa "¡Defensa! ¡Defensa! ¡Defensa!" como si eso bastara para hacernos a la posesión de la pelota y descubrir más tarde que por mucho esfuerzo y muecas, la pelota era un sueño, mientras veíamos como nos metían los puntos. Mucha emoción y poca técnica.

La defensa es técnica y moral. Es un sistema organizado y coherente de técnica y esfuerzos personales. Hay un aspecto de la defensa que es fundamental: INTENSIDAD, definida como el esfuerzo neuromuscular, como esa tensión que nos conduce a jugar siempre con un taco de dinamita en la mano a punto de explotar.

Mantener la intensidad no es fácil. En defensa no se nos permite un segundo de relajación. El nivel de intensidad en la defensa en un juego de baloncesto siempre debe mantenerse alto, máximo . El que baje la intensidad pierde. La suma entre un descuido en el nivel de intensidad y la calidad del ataque del equipo contrario, representa el camino de las anotaciones en contra. Mantener la intensidad no es fácil, agota, hace llorar, da miedo.

Aprovechando los Playoffs de la NBA les invito a hacer un seguimiento de la intensidad como variable fundamental en los jugadores y equipos exitosos. ¿Qué nivel de intensidad maneja usted en la vida diaria? ¿Puede con éste? ¿O se desborona?

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